domingo, 16 de mayo de 2010

HIPOTESIS

Domingo 12.30h
nubes amenazantes
me siento en una terraza de la plaza Pombo, bien acompañado de los periódicos dominicales, mientras mi hijo de 10 años comienza a mezclarse entre grupos de mayores y pequeños, con su agenda europea en mano, dispuesto a completar esa agenda de Europa que han regalado en los colegios.

Los periodicos no enganchan hoy, y levanto la mirada de vez en cuando, observando el numeroso grupo de coleccionistas ocasionales.

Una gran idea, la de agenda-albun, para atraer la atención de los más jóvenes hacia los diferentes paises que formamos el viejo continente. Sería una lástima que la idea de coleccionar sus banderas quedase sólo en eso, sin dar un paso más y conocer algo añadido de esos países, al menos saber situarlos en un mapa y algo de su historia.

Pero mi cabeza se aleja de Europa, y cuento en la distancia "a grosso modo" las personas que forman ese nutrido grupo.

Mi sospecha se confirma, los adultos son casi más que los chavales.

Me pregunto si la presencia de tanto papá y mamá en el intercambio es que también ellos sienten curiosidad por esos paises que nos llamamos unión europea.

Enseguida esa hipótesis de "sed de conocer" de los progenitores pierde peso, avanzando la idea de que quizás les apetezca volver a recordar esos tiempos, hace unos treinta años, en los que eran ellos quienes cambiaban cromos en el patio del colegio (no se había inventado aun la kedada dominguera de Pombo).

Tengo que confesar que años ha, yo bajaba a Pombo con mis dos hijos mayores, con album y lista en mano, preparados para cambiar cromos de diferentes colecciones (pelis de disney, futbolistas...etc) pero al cabo de unas semanas lo dejamos.

Los chavales no se engancharon a la afición de coleccionar cromos, y yo no estaba dispuesto a ser el que les acompañaba y el que terminaba cambiando los cromos con otros papás, mientras los niños jugaban por la plaza, importándoles un rábano la colección.

A ello se sumaba el "mercadeo" de comprar o vender "a cambio de dinero" la diferencia de cromos intercambiados, de manera que si bajabas a la plaza con suficiente dinero, volvías a casa con la colección hecha (y con el bolsillo vacío) en una mañana.

No tardé mucho, o sí, en darme cuenta que se había trastocado la idea de lo que era hacer una colección de cromos "a la vieja usanza".

Pero hoy, cambiando banderas europeas, donde afortunadamente no es necesario el dinero para terminarlas, sigo viendo a padres en plena operación de cambios, y me pregunto si mi segunda hipótesis es la acertada.

La verdad es que desde un principio tuve bastante claro que ninguna de las dos primeras explicaciones eran las acertadas para explicar lo que estaba observando.

Mi generación de padres (los que hemos nacido en los sesenta) hemos cometido un error (seguro que más) con nuestros hijos, el tremendo proteccionismo, que llevado al extremo no es nada saludable.

Lo de menos es convertirnos en su sombra mientros los chavales intentan cambiar sus banderas, o sus cromos. Me refiero a todo lo demás.

Vuelvo a mis periódicos, y recorro sus páginas pensando en que ya hace un rato largo que mi hijo no se pasa por mi mesa, para quedarme tranquilo de que sigue vivo, y que puedo acabar con tranquilidad mi café.