Hoy es 1 del 1 del 11.
Nuestro último año bisiesto....bueno, ya, echándole un poco de imaginación.
Porque el siguiente bisiesto será el 2112 y mucho me temo que no lo vivamos, al menos en esta reencarnación.
Porque llevo días pensando que los sentimientos son relativos, y eso hace que realidades que parecen absolutas, inmutables, se tambaleen y no resulten así.
Parece que hay un consenso internacional sobre lo que es un número bisiesto, o un número primo.... (por cierto que este año creo también lo es). Es lo mágico de las matemáticas, su imposibilidad de relativizar....o no.
Una pizca de rebeldía parece que nos puede alegrar el año (que hará falta) y disfrutar de este, nuestro último bisiesto. Pero ¿qué más da que lo sea o no?
Si lo realmente importante será que disfrutemos de él, de cada día, no como si fuera el último de nuestra vida (que sería una locura, frenética) sino como si fuera el primero del resto de nuestra vida, que indudablemente además así será.
Cada vez pienso más que lo relativo vence a lo absoluto, como los grises vencen al blanco o al negro, como lo emocional vence a lo racional...
Cada vez estoy más convencido que lo importante no es la temperatura que marque un termómetro, sino el calor o frio que sintamos.
Cada vez estoy más seguro que no hay una medida de tiempo absoluta, sino que el tiempo pasa unas veces más deprisa y otras más despacio, porque es así como lo sentimos, y por lo tanto es así como es.
Nos cruzamos, trenzamos nuestros tiempos con los demás, porque trenzamos nuestras actividades, nuestras vidas... y nos vemos y hablamos y sentimos, y mientras, el tiempo va pasando en cada uno de diferente manera y velocidad (aunque el reloj de nuestra muñeca quiera empeñarse en decirnos que todo está marcado y predefinido, y que él tardará siempre el mismo tiempo en avanzar un puesto su aguja minutera)
No es asi, aunque cada minuto siga teniendo 60 segundos, lo importante es cómo saborearemos esos minutos, esperando un autobús o besando por primera vez a la compañera del instituto, que indudablemente trancurrirán de forma diferente en el interior de cada uno de nosotros.
Y dicho esto tengo que decir que esta mañana el tiempo se detuvo unos minutos mientras escuchaba el concierto de año nuevo en Viena. Sentí que se repetía un momento que me carga las pilas, cada año, al iniciarlo..
y mientras veia el fantástico ballet, y escuchaba los sones del Danubio azul, pensé lo importante que es la Tradición.
sábado, 1 de enero de 2011
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