Mañana cumples cuatro años.
No puedes leer esto, porque apenas distingues unas pocas letras.
Tampoco, quizás, entederías lo que tu papá escribe aquí hoy, aunque supieses leerlo, pero aun así siento una necesidad muy grande de escribirlo.
Llegaste a nuestras vidas y las llenaste de ti. No sabíamos hasta ese momento que faltabas tú para estar completos.
Nuestra vida, las de los cuatro, cambió hace cuatro años cuando nos convertiste en quinteto.
Traes luz a tu alrededor cuando te mueves, cuando hablas, cuando ries, cuando desafías a tus hermanos mayores.
Te gusta sentirte mayor, como ellos, alejarte de los que llamas bebés, y que quizás sean mayores que tú.
Eres tan presumida... sabes repartir los silencios, la coquetería, las miradas cómplices.
Hace cuatro años que no sabemos despertarnos sin sentirte cerca, que no sabemos desayunar sin estar tú, sin escucharte...
Mañana te sentirás aun mayor, si cabe, y podrás decir una vez más, con mayor motivo, que ya no eres bebé, y querrás volar un poco más alto,
mientras tus padres, conteniendo el orgullo, te seguirán adorando.
miércoles, 4 de febrero de 2009
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