A veces, rara vez pero puede pasar, nos encontramos alguna noticia que nos ilumina el corazón.
Pasa en Vitoria, donde imagino que estas noches de invierno haga un frío difícilmente imaginable.
El protagonista de esta historia es un hombre de unos sesenta años, con bigote, y una furgoneta en la que un amigo suyo y él han decidido, cada noche, recorrer las calles de su ciudad con una gran cacerola de caldo caliente, que no dudan en ofrecer a cualquien mendigo que pasa la noche bajo un cartón, o en el banco de un parque, o junto al escaso calor de un cajero automático.
Es un ritual que cada noche que pasa les hace más grandes a ambos.
Nadie se niega a tomar un cazo, o dos de un caliente caldo, en el invierno de Vitoria.
Mientras su amigo conduce la furgoneta, él atrás prepara la cacerola para el siguiente.
El se llama Satur, y su amigo, con quien comparte este sueño, no lo sé,
aunque sus nombres son lo menos importante.
1 comentario:
no te rebeles (demasiado) en la granja, que las piedras no sean en el riñon, y que seas feliz en este mundo.
un abrazo
jesús
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