Mañana comienza, de verdad la navidad, otra navidad.
Porque a pesar de lo que se empeñen los grandes centros comerciales, para mi la navidad comienza con ese run run constante, de los niños cantando números sin parar.
Me pasa cada año, desde unos años hacia acá, que cada sorteo navideño, recuerdo una mañana en casa de mi abuela (materna).
Nos habíamos quedado a dormir, mi hermano y yo, la noche anterior en su casa, quizás mis padres tenían algun compromiso, no sé.
Lo cierto es que por la mañana mi abuela me empezó a sacar todas las participaciones de los diferentes números que jugaba. Solían ser fracciones de décimos que te vendían en la carnicería, o te regalaban al comprar qué se yo.
También me había traído los que jugaban mis padres.
Supongo que estamos hablando del año 80 o 79.
Llené la colcha de mi cama, frente al televisor, con todos esos papeles, bien ordenados por unidades de millar...
Me lo pasé bomba. No tocó nada, claro, pero eso era lo menos importante.
Lo que de verdad significaba todo aquello, era que llegaban los días más emocionantes de todo el año, que incluían cenas de nochebuena y nochevieja, y comidas de navidad y año nuevo. Pero más allá de lo gastronómico, significaba juntarnos con tios y primos, abuelos y vecinos.
La culminación de todo eso eran los regalos de Reyes.
Mañana comienza todo eso otra vez.
Algunas personas ya no están, otras nuevas y jóvenes van sustituyéndolas...
Mañana los bombos girarán de nuevo, y a cada vuelta traerán viejos recuerdos.
lunes, 21 de diciembre de 2009
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